La Cerveza en Mesopotamia y la Diosa Ninkasi

Imagina las fértiles orillas del Tigris y el Éufrates hace más de 5.000 años. En los campos de Cuna de la Civilización crecen vastos sembrados de cebada bajo el sol de Mesopotamia, y al calor del alba su fragancia traza el primer aroma de cerveza.

Sebansa

9/4/20258 min read

El elixir de los dioses: la cerveza en la antigua Mesopotamia

Imagina las fértiles orillas del Tigris y el Éufrates hace más de 5.000 años. En los campos de Cuna de la Civilización crecen vastos sembrados de cebada bajo el sol de Mesopotamia, y al calor del alba su fragancia traza el primer aroma de cerveza. En esta tierra bendecida por los dioses se forjó una tradición cervecera única, donde la diosa Ninkasi presidía la fermentación y la bebida se volvió protagonista de la vida cotidiana. Su himno sagrado cuenta cómo las sacerdotisas amasaban pan de cebada dorado, lo humedecían con el agua cristalina de los ríos, lo aderezaban con miel y dátiles, y esperaban pacientemente la fermentación. Así nació un elixir espumoso que abarcó reinos enteros, desde el humilde campesino hasta el templo más grandioso, convirtiéndose en la “bebida de los dioses y de los hombres”[1][2].

Ingredientes y elaboración milenaria

La cerveza sumeria se elaboraba de forma casi artesanal, casi mágica. Los ingredientes básicos son sencillos, pero el proceso resulta épico. El punto de partida era el bappir, un pan de cebada elaborado con malta de cebada y horneado dos veces hasta quedar duro y seco. Este pan dorado se troceaba y humedecía con agua pura de manantial (a veces mezclada con un poco de vino)[3][4]. Después se añadía miel silvestre y dátiles para endulzar la mezcla, aportando azúcares que alimentarían la fermentación[3][4]. El brebaje resultante, una masa espesa parecida a una papilla, se volcaba en grandes recipientes cerámicos donde reposaba en paz mientras la fermentación transformaba el almidón en alcohol. En las palabras del Himno a Ninkasi, la bebida “se colocaba en el fermentador… la cebada hervía como el mar, inundándolo todo”[5][6]. Finalmente, al terminar la fermentación, se filtraba con cañas en una vasija especial, separando la cerveza del bagazo.

  • Pan de cebada (bappir): pan de grano dorado dos veces horneado[3].

  • Miel y dátiles: endulzantes naturales que enriquecían el sabor[3].

  • Agua pura de río o manantial: esencial para la calidad de la cerveza[5] (a veces fermentada con un toque de vino para activar la levadura).

Cada trago resultaba turbio y lleno de sabores: dulce por la miel, afrutado por el dátil, con un regusto a malta que recuerda a las panaderías antiguas. En ese caldo leudado, las levaduras naturales del aire o del propio grano iniciaban la fermentación. El Himno a Ninkasi, una estrofa poética conservada en una tablilla de arcilla, no solo alaba a la diosa sino que describe paso a paso este proceso.[3][5]. En sus versos, verter la cerveza terminada era “como la crecida del Tigris y el Éufrates”[6]: un torrente de vida espumosa que regresaba al pueblo en pequeñas copas o grandes tazones ceremoniales.

Ninkasi, diosa de la cerveza y su himno sagrado

En el panteón sumerio la cerveza tuvo nombre propio: Ninkasi, literalmente “señora de la cerveza”[3][2]. Se decía que Ninkasi había sido modelada por el dios Enki y la diosa madre Ninhursag como beneficiaria de una deidad nueva, destinada a infundir sanación y alegría a la humanidad[2][7]. Cada mañana en el templo de Ekur las sacerdotisas celebraban su culto vertiendo cerveza fresca de sus jarras, emulando el altar divino de Ninkasi, que era vista no solo como la creadora de la bebida sino la bebida misma[8]. Según los antiguos mitos, cuando la diosa madre Ninhursag sanó al dios Enki enfermo, de esa curación nació Ninkasi. Con ella nacía el espíritu del buen beber: la cerveza, “creada para que el corazón se sintiera ligero”, tal como dice el poema[9][2].

El mayor tributo a Ninkasi es el Himno a Ninkasi, un poema sumerio de más de 4.000 años de antigüedad que literalmente ofrece una receta cantada. Este himno, descubierto en tabletas de barro, es la documentación más antigua de cómo hacer cerveza[10]. En él se mezclan la devoción y la técnica: cada verso recita el amasado del pan, la mezcla con miel y dátiles, el reposo en la olla de fermentación y el vertido en las jarras. No es casualidad que en una época casi analfabeta se memorizara esta receta en forma de canto: la melodía ayudaba a que las obreras repitiesen fielmente el ritual cervecero cada día[5]. En 1964 el especialista Miguel Civil tradujo este himno, permitiendo a la ciencia moderna entender que Ninkasi no solo bendecía con su nombre el brebaje, sino que era la misma esencia de ese líquido dorado[2][3].

Cerveza en la vida cotidiana y la economía

La cerveza asomaba cada día en las mesas de Mesopotamia. Era tan común como el pan: un alimento líquido que nutría, alegraba y unía a la comunidad. Arqueólogos han hallado centenares de tablillas cuneiformes administrativas (por ejemplo en Lagash) que registran raciones de grano para fabricantes de cerveza y cerveza distribuida entre obreros[11][1]. Era prácticamente parte del salario: un obrero agrícola recibía en promedio un litro de cerveza al día, y según su jerarquía podía llegar a beber hasta cinco litros diarios (funcionarios de la corte superior, por ejemplo)[12]. Esta práctica era tan valorada que se considera a la cerveza “una comida líquida”, pues aportaba calorías y vitaminas básicas que el agua no daba[1]. De hecho, algunos estudios sugieren que la demanda de cerveza pudo ser la razón original para cultivar cebada con fines agrícolas[13][14].

Socialmente, la cerveza era un lazo igualador y un símbolo de estatus a la vez. En imágenes y sellos sumerios puede verse a campesinos y nobles reunidos en banquetes, a menudo bebiendo de un mismo tazón común[15][16]. La forma de beber era pintoresca: en lugar de vaso cada uno se servía de un gran cuenco compartido, sorbiendo con largas pajitas de caña para filtrar los posos[15]. Incluso en tumbas reales de Ur (hacia 2500 a.C.) se han encontrado pajitas de oro junto a copas de plata, lo que indica que hasta los reyes gozaban de este ritual dorado[17]. Más tarde, en el imperio asirio de Dur-Sharrukin, se representa a los nobles brindando directamente con jarros alzados (ya sin pajita), quizás porque entonces la cerveza ya se filtraba mejor[18].

Por toda la sociedad, desde el campesino que bebe para mitigar el cansancio hasta el obispo que ofrece una libación, la cerveza era moneda y milagro. Un texto bélico incluso menciona que los trabajadores del rey recibían cerveza de modo oficial como recompensa por su labor[1][12]. Al estar en el corazón del intercambio comercial (desde el intercambio de granos hasta el pago de jornales), su elaboración evolucionó constantemente para atender la demanda. De hecho, los estudios arqueológicos indican que ya en el periodo de Uruk tardío (4000-3000 a.C.) se elaboraban numerosas variedades –especialmente oscuras– y que para el primer milenio a.C. los babilonios distinguían cerca de 70 tipos de cerveza según su mezcla de cereales[19][20].

Entre rituales, mitos y banquetes

La cerveza en Mesopotamia no solo era alimento, también era ofrenda y mito. En la religión sumeria muchos dioses bebían cerveza. Se han conservado himnos y mitos donde las divinidades más altas se embriagan con jarras cerveceras. En el poema de Inanna y Enki, por ejemplo, la diosa del amor engaña al dios de la sabiduría cuando él bebe (demasiada cerveza)[21]. También en el mito de Enki y Ninhursag se alude al exceso de bebida en desafío entre dioses. En estas historias la cerveza no se condena: es el bebedor quien debe moderarse, y en todo caso el líquido es sagrado, fuente de inspiración y alegría[9][21].

Los templos mismos producían cerveza como parte de los rituales. Se han encontrado registros de cómo sacerdotes de Ninkasi y de otros dioses destilaban lotes especiales para festivales. Por ejemplo, una antigua plegaria implora a Nergal (dios del inframundo) que “no entre en esta cervecería, no mate a los que están sentados en el lugar de la cerveza”[22], lo que indica que los sacerdotes dedicaban fábricas de cerveza para aplacar la ira divina durante epidemias. Así, la cerveza se asociaba a la protección contra males: al beberla en una ceremonia se creía librarse de demonios o plagas.

En la cotidianeidad, los sumerios también la convertían en ritual lúdico. El himno de Ninkasi mismo nos recuerda que cada porción servida era como el agua fértil de las inundaciones del Tigris, trayendo vida a quienes la bebían[6]. Era común brindar por una buena cosecha, y la frase sumeria “por ḫalub” significaba tanto “¡brindemos con cerveza!” como “¡viva!”. Por estas razones, desde las grandes asambleas de nobles hasta las modestas chozas campesinas, nadie prescindía del rito de beber cerveza en compañía.

Pruebas arqueológicas y legado escrito

La visión de la cerveza mesopotámica como algo legendario se sustenta en pruebas muy reales. Arqueólogos han recuperado miles de utensilios relacionados: hornos para tostar el pan cervecero, grandes tinajas de arcilla para fermentar, morteros y vasijas con residuos de granos fermentados. En Godin Tepe (Irán, cerca de Mesopotamia) se descubrió en 1992 una jarra con residuos químicos de cerveza datada hacia 3500-3100 a.C.[13]. Las Tablillas de Ebla (Siria, 2500 a.C.) registran fardos de cerveza enviados a otras ciudades, lo que demuestra una producción extensa y variada[23].

En Mesopotamia propiamente dicha, en ciudades como Ur, Lagash o Nippur, han surgido tablillas administrativas que mencionan entregas de cebada a cervecerías reales y recetas. Por ejemplo, la famosa tablilla Alulu (Ur, c. 2050 a.C.) es un recibo que acompaña un cargamento de cerveza[24]. Los escribas sumerios incluso inventaron un logograma específico para “cerveza” en sus pictogramas[25], lo que señala la importancia del brebaje en su escritura cotidiana. Además, en excavaciones funerarias se hallaron cerámicas con inscripciones dedicadas a Ninkasi, y frisos donde la diosa aparece llevando una copa.

Estos restos arqueológicos confirman que la cerveza era tan vital como el pan. Gracias a las investigaciones, hoy conocemos sus métodos antiguos y hasta sabemos que los sumerios preferían hervirla para matar bacterias, lo que la hacía más saludable que el agua del canal contaminado[26]. Así, la cerveza no solo daba calorías, sino que cuidaba de la salud pública.

En resumen, la cerveza en Mesopotamia fue más que una bebida: fue alimento, moneda, regalo divino y nudo social. A través de las jugosas anécdotas en las tablillas, los hallazgos de vasos tallados y el resonante coro del Himno a Ninkasi, se revela un mundo antiguo donde los dioses y los hombres compartían la misma jarra. Los campos dorados de cebada permanecen en esas historias como un paisaje vivo, y la espuma cervecera brilla en ellas como el brillo de un mito ancestral.


fuentes:
[1] [4] [5] [6] [7] [8] [9] [10] [13] [14] [16] [20] [21] [23] [24] [25] [26] El himno a Ninkasi, diosa de la cerveza - Enciclopedia de la Historia del Mundo
https://www.worldhistory.org/trans/es/2-222/el-himno-a-ninkasi-diosa-de-la-cerveza/
[2] [3] Ninkasi - Wikipedia, la enciclopedia libre
https://es.wikipedia.org/wiki/Ninkasi
[11] [12] [15] [17] [18] [19] [22] La importancia de la cerveza en Mesopotamia - Amantes cerveceros | Estrella Galicia
https://estrellagalicia.es/amantes-cerveceros/la-importancia-de-la-cerveza-en-mesopotamia/